DIÁSPORA ALTAMENTE PREPARADA
Los considerables ingresos petroleros durante décadas permitieron a varias decenas de miles de venezolanos asistir a programas de educación superior en todo el mundo.
Comenzando con el programa de becas Fundayacucho en la década de 1970, y continuando con los fondos CADIVI para programas de estudio en el extranjero durante la última década, Venezuela financió la educación de una de las fuerzas de trabajo más globalizadas y altamente calificadas de América Latina.
El espectro de áreas de especialización de estas personas va desde ingenieros de petróleo y alta tecnología, hasta médicos y académicos. Sólo para proporcionar dos ejemplos de la calidad técnica de la diáspora, el actual presidente del MIT y el director del Centro de Harvard para el Desarrollo Internacional son venezolanos que realizaron estudios de posgrado financiados por Fundayacucho y actualmente viven en el extranjero.
A pesar de que un porcentaje importante de este grupo de profesionales capacitados a nivel mundial actualmente vive en el extranjero, otra parte permanece en Venezuela, y la perspectiva de un giro económico podría desencadenar el retorno parcial de una de las diásporas más calificadas jamás vistas.
CAPACIDAD DE GENERACIÓN ELÉCTRICA INSTALADA
A lo largo del siglo XX y de la primera década del siglo XXI, Venezuela invirtió en una infraestructura de generación de energía mucho mayor que la de sus pares regionales comparables. Todo comenzó en 1897 cuando empresarios venezolanos construyeron cerca de Caracas la primera planta hidroeléctrica de América Latina.
La infraestructura de generación, transmisión y distribución de energía acumulada continuó en todo el país financiada con ingresos petroleros.
Hoy en día, Venezuela tiene una capacidad instalada de generación de energía muy superior a la de sus pares regionales. Según las últimas cifras disponibles de la CIA World Factbook, Venezuela tiene una capacidad instalada de generación de energía de 31,0 millones de kW.
Eso se compara clara y favorablemente con la mayoría de los pares en la región, como la de Colombia -mucho más poblada-que tiene una capacidad instalada de 16,9 millones de kW, y los 14,7 millones de kW de Perú.
Si bien Venezuela tendrá que recuperar ciertos activos de energía que se han deteriorado durante la última década y han afectado a la generación actual, la infraestructura ya está en vigor. Esto significa que la cantidad de capital necesaria para que esta importante capacidad de generación de energía instalada funcione plenamente se limita a cierto mantenimiento y reparación de CAPEX.
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